Vacaciones conscientes, 5 habilidades mindfulness para cultivar en verano

    Coincidiendo con las vacaciones, muchos tendremos estas próximas semanas unos días de merecido descanso. Después de un último trimestre tan excepcional como el que hemos vivido y considerando las previsiones, conviene aprovechar este tiempo para descansar y recuperarnos.

    Descansar tiene que ver más con el ser que con el hacer, es más como dice el gran profesor José María Toro, Descan-ser.

    Tenemos bastante claro que descansar por una parte es dejar de madrugar, flexibilizar horarios, todo lo que tiene que ver con la vertiente física, pero, ¿qué pasa con la vertiente mental? 

    ¿Es posible hacer unas vacaciones mentales?

    Susan Bögels, psicóloga especializada en comportamiento y profesora de Salud Familiar mental con Mindfulness en la Universidad de Amsterdam, nos habla de la importancia de encontrar tiempo para SER para compensar esta tendencia natural nuestra diaria y, porque no decirlo enfermiza, por el HACER. 

    Susan, parte de evidencias científicas que muestran que hay dos modos mentales que activan redes neuronales diferentes.

    El modo orientado a la acción, el habitual, el que afortunadamente nos permite organizarnos, planificar, preveer riesgos y oportunidades. Pero este modo tiene a nuestro cerebro siempre ocupado en todos estos asuntos, con lo que para el resto de cosas que no son lo descrito, aplica el “piloto automático”. 

    Además, este modo intenta, hacer check de todas las cosas y tacharlas de la lista, es decir que se encuentra enfocada en lo que falta y eso implica mucha atención y mucha energía. 

    Como podrás entrever, pocas vacaciones mentales tendrás si predomina ese modo orientado a la acción.

    El modo orientado al ser, funciona diferente. Opera de modo contemplativo, dando una mirada sobre lo que pasa en ese momento y no de una forma anticipatoria, y sin necesidad de conseguir nada, simplemente estando disponible para observar lo que pasa, en ese momento.

    En nuestro día a día lo ideal es pasar de uno a otro tipo de modo de funcionamiento, según las necesidades, pero en vacaciones el modo que compensa el hacer, el ser, debería de ser el predominante. O acaso, ¿tienes que conseguir algo en especial también en tus vacaciones?

    Y después de todo esto te preguntarás, ¿qué habilidades podemos cultivar el SER?

    • Cultiva la concentración. Esta capacidad, que todos tenemos, consiste en mantener la atención enfocada en algo que estás haciendo y durante un tiempo determinado. 

    Cultivar la concentración tiene dos beneficios: el primero es que evitamos la multitarea -puedes leer este artículo dedicado a esto- y por otro lado calmamos a nuestra mente ya que no la sobrecargamos con información que no es útil en ese momento. 

    Adicionalmente nos hace estar más conectados con nosotros y con nuestro entorno (familia, hijos..) con lo que solo con eso, ya merece la pena. 

    O prestar atención a lo que te cuenta tu marido/esposa/hijo/padre, no es en si mismo precioso. 

    De esta forma tu cerebro está recibiendo un mensaje; estar con una fuente de información única te tranquiliza por contraposición a tener muchas fuentes diferentes a la vez,

    Recuerda que una mente atenta es una mente feliz.

    • Cultiva la creatividad. La creatividad forma parte de tu mundo interior y fomenta la creación y refuerzo de nuevas conexiones neuronales. La creatividad, sobretodo en niños y adolescentes, facilita la atención plena y suele ser también una forma de hacer mindfulness informal.
    • Cultiva la curiosidad. Esta capacidad, a menudo olvidada en nuestra etapa adulta ha de ser ejercitada. La curiosidad implica indagación, atención especifica deliberada y también mejora nuestras relaciones personales ya que nos empuja a hacer preguntas como ¿cómo lo haces? ¿Qué te parece?,… y así ejercitamos también nuestra atención plena o mindfulness informal ya que contestamos desde la experiencia y no tanto desde el mundo de las ideas. 
    • Cultiva la compasión. Entendemos la compasión como esa capacidad humana de conectar con la experiencia de alguien que sufre y de quererle ayudar. 

    Entendamos aquí sufrimiento, por ejemplo, cuando no sale algo según un plan que provoca simplemente tristeza -no hace falta llevarlo a cotas dramáticas-. 

    Esta compasión la podemos sentir tanto por alguien a quien amamos o incluso por alguien que no nos cae bien. Al final, todos compartimos una humanidad común, todos sufrimos en algún momento. ¿Y si no sabe hacerlo mejor? ¿Y si tú no haces todo tan bien? 

    Cultivando la compasión damos un mensaje a nuestro cerebro diciendo, tranquilo, todo está bien y de esta forma nuestra respiración se calma dejando de lado esas tormentas de cortisol que aparecen cuando nos viene la imagen de esa persona con la que tenemos esa relación difícil.

    • Cultiva el silencio. Tal vez el exterior es más complicado, pero el interior -el de los pensamientos que entran y salen y nos invaden, nos cueste más. 

    Busquemos el silencio porque es fundamental y sabemos, porque hay evidencias científicas, que dos minutos de silencio son suficientes para disminuir la presión arterial y el ritmo cardíaco. 

    Pasad un buen verano. Si estás interesado en saber más sobre Mindfulness puedes entrar en mi web y pedir más información sobre los nuevos cursos online previstos para el mes de octubre así como los retiros de silencio de finales de septiembre y noviembre de 2020.