5 cosas que puedes hacer (ahora que has vuelto)

    Todos tememos a lo que nos pueda venir y parece que ahora diferenciamos nuestra vida entre, precoronavirus y postcoronavirus o la también llamada “nueva normalidad”.

    Como si lo normal ahora fuera lo nuevo.

    En este nuevo panorama -en esto creo más-, nuestras certidumbres han desaparecido y sin certezas aparece el miedo, el miedo a lo desconocido. Es lógico. Montamos nuestra vida sobre certezas, es lo que nos da seguridad, pero, ¿qué pasa cuando nuestras certezas se desmoronan?

    Miedo y ansiedad, son dos monstruos que agitan nuestra amígdala -responsable de nuestras emociones- y nos empujan a huir, a atacar o simplemente nos bloquean.


    Ambos están para protegernos, para salvarnos la vida, pero en exceso puede acabar con nuestro bienestar.

    ¿Qué podemos hacer?

    Si se trata de cambiar lo que se excede de nuestro control, poco o nada. Pero no te desesperes, sí que puedes hacer otras muchas cosas:

    1. Abandonar el pensamiento binario, es decir, este pensamiento que nos lleva a los extremos, horror-felicidad, bueno-malo, infeliz-feliz.

    Llevar a tu mente un poco de calma, paz y ecuanimidad te puede servir para ver las cosas desde una perspectiva menos dramática, al fin y al cabo, ¿Cuántas veces en tu vida has pensado en algo que al final no ha sucedido? Pues eso.

    2. Ver si eso que te preocupa tanto, depende de ti. Hazte la siguiente pregunta; ¿esto es asunto mío? Si es que sí, puedes perfectamente actuar y cambiar o por lo menos influir en el resultado de ese algo que te agobia. 

    Por ejemplo, me agobia no saber nada de la entrevista de trabajo que hice hace 15 días. ¿Está en mi mano llamar para saber el resultado? Si es que sí, llama.

    En cambio, si este asunto no depende de ti, puedes optar por preocuparte intentando encontrar una solución, pero lo más seguro es que te quedes ahí un rato sin encontrarle resultado. Y es que te vas a agobiar. Seguro.

    El reto es darse cuenta de esto precisamente: eso que te agobia no depende de ti y en todo caso la mejor opción que te queda no es únicamente preocuparte. Valora si quieres seguir ahí. 

    Por ejemplo, me agobia no saber si vamos a continuar en la empresa o si mi Director General va a echar a la gente tras una época de malos resultados. ¿Está en mi mano tomar esa decisión? Tal vez la única cosa que puedes hacer es seguir trabajando (o esforzarte más si está en tu mano) en lugar de preocuparte o agobiarte por algo que el que tiene que decidirlo, ni lo sabe. 

    3. Abandona la rumiación. El pensamiento rumiativo se desarrolla en una parte de nuestro cerebro denominada (DNN, Default Neuronal Net, o Red Neuronal por Defecto) y es la responsable de nuestro pensamiento creativo. Pero no siempre funciona así, es más,  cuando no estamos prestando atención a algo concreto -por ejemplo cuando no estamos en lo que estamos, tu ya me entiendes- esta red se activa sola y lo hace para chequear peligros, o mantenernos distraídos o preocupados, y lo hace de forma constante.

    La rumiación es ese pensamiento repetitivo y agobiante que te acompaña todo el rato. 

    Es como si tu cerebro, por el mero hecho de pensar y pensar, pudiera llegar a darte una solución; desde saber que te han escogido en el nuevo trabajo o adivinar que dentro de unas semanas la empresa empezará a dar buenos resultados que harán viable la empresa, por ejemplo.

    El reto sería darse cuenta que llevas un buen rato dándole vueltas a las cosas y que siguen sin solucionarse. 

    4. Haz ejercicio. Moverse tiene muchos beneficios, por ejemplo cardiovasculares y a nivel hormonal -segregamos endorfinas y dopamina, por ejemplo-. Pero además, como nuestra atención no es ilimitada, si centramos nuestra atención en nuestra conciencia corporal ayudamos a que nuestros pensamientos se calmen.  Y es muy importante darle ese descanso a nuestro cerebro.

    Mueve tu cuerpo y no tus pensamientos.

    5. Medita, relaja tu mente. Simples ejercicios de respiración y de enfoque van a relajar tu mente y tu cuerpo. No te van a dar la solución mágica porque esto no va de bueno y malo, simplemente va de darte cuenta de cómo funciona tu mente y tus pensamientos y si les haces demasiado caso o si simplemente los ves como lo que son , pensamientos. 
    El reto aquí sería, esto que me preocupa es un pensamiento o una realidad. ¿Esto es algo mío o en realidad está pasando?

    Abandonar esa tendencia natural a tener el control de todo es fundamental y aceptar que hay cosas que no dependen de ti (aunque te creas que sí). Detectar qué depende de uno y que no, es crítico.

    Todo esto, te ayudará a hacerte responsable de tus acciones y como no, a retomar el control de lo que sí puedes controlar y no perder el tiempo -y la salud- con lo que no.